Capítulo 33: Remezón antidrogas

Segunda temporada

Tomada de la Presidencia de la República
Tomada de la Presidencia de la República

Advertencia: ESTO ES FICCIÓN

Esta es una sátira sobre las relaciones de poder en Colombia, escrita en forma de novela. Y así como algunas películas advierten que su trama está «basada en hechos reales», esta es una novela basada en hechos actuales. En otras palabras: no se confunda. «La candidata presidencial» es una caricatura de la realidad, una parodia, un ejercicio de opinión y de imaginación del autor. Yo lo llamo ficción coyuntural.

Martes 9 de agosto de 2022

Lorena Agudelo oía en la sala de su casa un pódcast de «Meditación guiada para tomar decisiones». El trinar de unos pájaros ambientaba la música relajante, aunque ella no encontraba acomodo en la posición de loto. El dolor en las rodillas indicaba falta de flexibilidad en sus caderas y la molestia le impedía concentrarse en las indicaciones:

Reeespira…  Ahora vas a pensar en esa situación que te tiene temeroso, inestable y con dudas. Piensa cuáles son esos pensamientos que no te dejan tomar la decisión de hacer o sentir algo. ¿Qué es lo que te pone en conflicto? ¿Por qué tus ganas de decidir se ven anuladas?

Su teléfono celular empezó a vibrar. Para ella fue un alivio suspender el tortuoso intento de espiritualidad.

—Quiubo, Nico. ¿Qué más?

—Hola. No estaré interrumpiendo algo.

—Qué va. Ando más desprogramada… Soy el cliché del recién desempleado; con pinta de deporte, dizque intentando meditar, haciendo ejercicio, comiendo sano. Ríase con lo que hoy desayuné: tostadas integrales con aguacate. No, marica… ya tengo un hambre que no le deseo a nadie.

—Aprovecha porque después no vas a tener tiempo de una vida tan saludable.

—No, Nico. A mí lo que me gusta es trabajar. Siento que me estoy perdiendo de algo.

—Ya sabes que la jefa te pone en donde tú digas, menos en la Presidencia. Verónica volvió a decir que no te quería ver por allá ni en pintura.

—Oiga, pero qué tal la señora esa. Como dice Shakira: «No se puede vivir con tanto veneno». O sea… el que se excedió con el «Gran Reserva» fue Petro, pero la culpable soy yo.

—Sabíamos que esto iba a pasar. Era parte del plan —recordó él.

—Sí, Nico, pero igual me da como… rabia. ¿Por qué me tenía que inmolar yo?

—La idea es que sigamos trabajando en llave.

—¿Pero desde dónde? Yo no la veo tan clara. 

—Por eso es buena idea esperar. No hay afán de nada. De verdad, aprovecha estos días para hacer otras cosas.

—¿Hacer qué? ¿Meditar? Las rodillas no me dan.

—No me extraña.

—¿«No me extraña» qué?

—No me extraña que te duelan las rodillas. Significa que te cuesta arrodillarte.

—Jum… Pues con la jefa vivo arrodillada.

—Sí, claro…, ¿pero hasta cuándo?

***

Miércoles 10 de agosto de 2022

La Candidata entró al despacho del presidente. Gustavo Petro aún se veía torpe en aquella oficina, sin estar seguro de dónde sentarse o dónde invitar a los otros a tomar asiento. Hablaron de pie.

—¿Al fin cuántos generales son los que salen con el cambio de cúpula? —preguntó el jefe de Estado.

—Cincuenta y dos —respondió la mujer escondiendo el placer que le producía decirlo en voz alta.

Petro abrió los ojos, resopló y rio nerviosamente.

—Bastantes.

—Bastantes no. Es el mayor remezón en la historia de Colombia.

El presidente volvió a reír.

—Medio centenar de generales… De pronto nos lo tenemos que tomar con más calma.

La Candidata se quedó callada, esperando que Petro aclarara por sí mismo sus dudas. Cuando intuyó que se estaba inclinando por dar reversa a lo acordado, la mujer se le adelantó.

—Los cambios se hacen cambiando gente. Y mientras más grande el cambio… más gente hay que relevar. Lo que tú quieres no es un ajuste cualquiera. Es una transformación de una complejidad enorme, que no les cabe en la cabeza a los generales que están hoy. Imagínate: ponerlos a medir sus resultados en términos de vidas salvadas y no en términos de bajas. Es una absoluta locura para ellos. El análisis ya lo hicimos. 

—Podemos intentar convencerlos.

—Podemos intentar, sí. Pero, ¿lo vamos a lograr?… Yo entiendo el momento de duda, porque es un relevo histórico en el generalato, pero de eso se trata este Gobierno, ¿no?, de hacer cambios históricos. No es cualquier cosa pasar del «concepto de seguridad democrática» al concepto de «seguridad humana». Ya lo discutimos. No se puede hacer una política de seguridad para preservar vidas con los generales que ascendieron privilegiando la muerte. Ellos podrían sabotearlo todo.

—¿Y los coroneles no?

—Los coroneles tienen una razón muy poderosa para hacer caso a lo que sea que digas: tienen por delante la posibilidad de ascender. Les despejamos el camino sacando a una generación entera de generales. Si eso no es un incentivo…

Petro asintió y se cruzó de brazos. Hace rato quería compartir una reflexión con la Candidata.

—He pensado mucho en lo que te pasó a ti, a tu hijo… ¿Cómo se llamaba?

La mujer contuvo la respiración.

—Camilo.

—A Camilo le cayó todo el peso de la ley, toda la fuerza del aparato judicial de Estados Unidos. Una cosa absurda y desproporcionada para… un niño casi… alguien que era un eslabón débil y, tal vez, circunstancial. Tengo entendido que lo que él llevaba era una cantidad pequeña de droga.

La Candidata se debatió entre permitir el curso de la conversación o detenerla en seco. Petro continuó:

—De lo que se trata todo este cambio de enfoque es de salvar vidas, como la de tu hijo; que la fuerza pública y el sistema de justicia se centren más en castigar el negocio y menos a las personas. No puede ser que un Estado use todo su músculo contra muchachitos que, por azar o por… torpeza, vendan alguna cantidad pequeña de droga. No puede ser ni eso ni que sigamos persiguiendo campesinos que cultivan hoja de coca; mucho menos a jovencitos que se fuman un bareto en la calle. Por eso he empezado a involucrarte en estas conversaciones, por tu sensibilidad personal con el tema.

Con incomodidad, la Candidata le pasó por encima al gesto de Petro.

—Dijiste que la idea es castigar más el negocio y menos a las personas. ¿Qué has pensado?

—He pensado que nada le duele tanto al narcotráfico como un gran cargamento que se cae cuando ya está saliendo del país. Imagínate el golpe; lo que gastan en tiempo y recursos, protegiendo los cultivos, procesando la coca, transportándola internamente, para que, al final de todo el esfuerzo, les incautemos la droga. No solo les dañamos el negocio. Si enfocamos las operaciones militares en las fronteras, por mar y aire, también vamos a sacar buena parte del conflicto de las calles y del campo.

(Oiga aquí al presidente Petro hablar de la estrategia que están contemplando).

***

Miércoles 11 de agosto de 2022

El Batallón Guardia Presidencial entró a la Plaza de Armas tocando sus trompetas estridentes y sus tambores rimbombantes. Los soldados estaban especialmente animados por volver a tener público, transeúntes que ahora los podían ver desde la reapertura de la Plaza Núñez.

A través de su ventana, la Candidata observó la banda de guerra con la cara ligeramente contraída, incómoda por lo que ella consideraba un ruido innecesario. Su oficina era un pequeñísimo pero privilegiado espacio que pasaba desapercibido, justo entre el despacho de la primera dama y la Secretaría General. Esas oficinas, y la del presidente, eran las únicas del segundo piso de la Casa de Nariño con vista a la Plaza de Armas.

—¿Ese cuento del dolor de estómago fue idea tuya? —preguntó Nicolás.

La Candidata negó con la cabeza.

—Esta vez no tuve absolutamente nada que ver, ni con la ausencia del presidente ni con las mentiras que lo dejaron en evidencia. Es posible que este Gobierno no necesite de nosotros para sabotearse en grande.

—Es la segunda vez que Petro desaparece del mapa en apenas 15 días. Si planeamos bien una tercera, puede ser una estocada importante.

La mujer, que seguía mirando por la ventana, cambió de tema.

—¿Sabes qué le dijo Petro al ministro de Justicia?

—Mmm… ¿Lo de descriminalizar algunas conductas?

—Sí, exacto… Vamos a trabajar en un proyecto de ley. La idea es, entre muchas otras cosas, despenalizar el microtráfico.

Nicolás entendió perfectamente que su jefa estaba pensando en Camilo, en la segunda oportunidad que su hijo habría tenido si una ley así lo hubiera cobijado en Estados Unidos.

—¿Y entonces?… ¿Qué hay que hacer? —preguntó Nicolás.

—Pues… Primero, hay que evitar que el presidente se siga «desapareciendo». Y segundo… si de verdad le está apostando a un cambio en la política antidrogas, con quien más debemos hablar es con el Gobierno de Estados Unidos.

***

Siga a la Candidata en Twitter: @LaCandidata

Para que esta historia siga viva, compártala.