Capítulo 37: Las jefas de la oposición

Segunda temporada

Advertencia: ESTO ES FICCIÓN

Esta es una sátira sobre las relaciones de poder en Colombia, escrita en forma de novela. Y así como algunas películas advierten que su trama está «basada en hechos reales», esta es una novela basada en hechos actuales. En otras palabras: no se confunda. «La candidata presidencial» es una caricatura de la realidad, una parodia, un ejercicio de opinión y de imaginación del autor. Yo lo llamo ficción coyuntural.

Lunes 13 de marzo de 2023

Las luces de navegación del FAC 001 anunciaban en el cielo su aproximación a Bogotá. La Candidata, sentada de frente a Gustavo Petro, miraba la parpadeante bombilla verde ubicada al extremo del ala derecha. Todos los traslados en el avión presidencial tienen un momento de silencio al final de una jornada de trabajo, un instante en el que el cansancio golpea y la quietud se transforma en sopor. Los invitados de la zona vip suelen luchar contra el sueño. Se cohíben ante la posibilidad de que el jefe de Estado los descubra cabecear.

La Candidata esperó a que Guillermo Reyes —ministro de Transporte con los días contados en el Gobierno— cerrara los ojos y se desgonzara en su asiento. Sobre la mesa de cuatro puestos, que la separaba a ella de Petro, había una revista «Semana». La mujer la enrolló con delicadeza y la usó, de súbito, para darle un par de golpes a la mesa mientras se ponía de pie. Reyes salió de su letargo, sobresaltado, y vio la mirada de la Candidata sobre él. La mujer sonrió con un dejo de superioridad. El ministro, molesto consigo mismo por haberse dormido, se dio un calvazo mental. Petro, con disimulo, señaló la revista.

—Tenemos ese tema pendiente —dijo el mandatario con secretismo.

—Sí —confirmó la Candidata—. Lo hablamos en CATAM.

La mujer caminó hacia la segunda zona del avión, destinada para funcionarios de mando medio y otros invitados que no alcanzan a coronar silla en el área del presidente. Buscó con la mirada a Nicolás Ulloa, su asesor, que desde su ventana veía la parpadeante bombilla roja en el extremo del ala izquierda. La jefa se sentó a su lado y le señaló el otro costado del avión.

—La derecha tiene luz verde.

Nicolás arrugó la frente.

—¿Me está hablando del ala del avión o de las próximas elecciones?

La Candidata levantó los hombros.

—Supongo que las dos…

Desenrolló la revista que traía en la mano y contempló en la portada a Nayib Bukele, Presidente de El Salvador.

—Esto está saliendo muy bien —dijo ella—. Es un lujo enemistar a Petro con un dictador centroamericano. Nos hace ver como la Liga de la Justicia… Hay que aprovechar más esa relación con «Semana». Mantenemos el control del mensaje mientras les filtremos información y les demos acceso privilegiado a entrevistas.

—A propósito de eso —respondió Nicolás—, la entrevista que le hizo Vicky a Francia Márquez se ha movido mucho. Le están dando durísimo a la vicepresidenta. Dijo que «de malas», que iba a seguir montando en helicóptero.

La Candidata levantó las cejas.

—¿Dijo «de malas»?

—Dijo «de malas» —corroboró Nicolás—. Y también dijo: «Pueden llorar».

—Pues… fantástico —comentó la mujer algo sorprendida—. Con la portada de Bukele y esta entrevista a Francia…, Vicky nos ayuda bastante a desviar los reflectores del escándalo que se armó con Nicolás. Llevamos 11 días sin que se apague ese incendio… De todas maneras, es mejor dar ese último puntillazo del que hablamos.

—¿El de Juanita?

—El de Juanita.

***

Gustavo Petro bajó las escalinatas del FAC 001 y fue guiado por su edecán hacia la sala vip de CATAM, el Comando Aéreo de Transporte Militar utilizado para el aterrizaje y despegue del avión presidencial. La Candidata, Nicolás y Laura Sarabia, la jefa de Gabinete del presidente, se habían adelantado y lo esperaban sentados en un par de sofás.

—¿Y entonces? —preguntó Petro mientras tomaba asiento en una poltrona.

La Candidata fue directo al tema:

—Para no hacer muy larga la historia…, está claro que, ante la falta de un liderazgo político de derecha consolidado, hoy la jefa de la oposición se llama Vicky Dávila.

—Nuestra «amiga», Vicky —dijo el presidente con divertido sarcasmo.

—Pues gracias a esa «amistad» podemos influir y hasta determinar el contenido que publican en «Semana». Es un lujo que la única oposición fuerte a este Gobierno la haga una revista que alimentamos desde el mismo Gobierno. Nos ayuda a elegir las peleas que queremos dar y nos ayuda a cambiar el rumbo de la conversación pública, especialmente cuando estamos bajo ataque. Pero…

—Siempre hay un «pero»… —resaltó Petro sin perder la sonrisa.

—No es suficiente con Vicky —dijo la Candidata—. Necesitamos a alguien más que nos sirva de oposición. Necesitamos abrir más frentes controlados de batalla. 

—¿Un político? —preguntó Laura Sarabia.

—No, otro medio de comunicación. Uno pequeño, con el que podemos casar peleas grandes, sin correr el riesgo de que se nos crezca el enano.

—La Silla Vacía —adivinó el presidente.

—La Silla Vacía —repitió la Candidata—. Es un medio respetado, pero solitario y sin un grupo económico que los respalde y que se nos venga encima… Lo máximo que ganarían es solidaridad del gremio y unos clics de más.

A Petro le gustó la idea. Estaba molesto con varias publicaciones recientes de aquel medio dirigido por Juanita León.

—¿Qué hay que hacer?

—Hay que «graduarlos» de opositores y eso es algo que hace un presidente: gradúa a sus contradictores como opositores cuando responde a sus ataques.

La Candidata miró a Nicolás para que explicara más.

—Sí, muy sencillo, presidente —intervino el asesor—. La Silla publicó un organigrama de su familia en el que identifican individualmente y con foto a su hija Antonella, que es menor de edad. Podemos reclamarles por exponer la imagen de ella, sin su autorización como padre de familia.

A Laura Sarabia le pareció un mal plan.

—Pero si hay fotos de Antonella en todo internet —señaló la jefa de Gabinete—. Nosotros mismos, desde Presidencia, hemos compartido fotos en las que aparece.

—Pero igual deberían preguntarme si autorizo el uso de su imagen —anotó Petro—, sobre todo si la están identificando, específicamente, en un organigrama.

Nicolás señaló con sus manos a Laura y al presidente.

—Eso que acaban de decir los dos…, ese es el debate… Esa es la pelea con la que terminamos de silenciar el tema de Nicolás Petro y de paso graduamos a Juanita León de opositora a este Gobierno.

***

Viernes 24 de marzo de 2023

La oficina del general Henry Sanabria, director de la Policía Nacional con los días contados en el servicio activo, parecía un local de artículos religiosos. En mesas, repisas y paredes había crucifijos, ángeles y vírgenes en todas sus presentaciones, desde estampitas y cuadros, hasta figuras en madera o cerámica. Vicky Dávila se quedó viendo la artesanía de un arcángel que empuñaba una espada y posaba victorioso sobre un demonio.

—Es San Miguel —le contó Nicolás Ulloa—. La biblia dice que venció al diablo… Yo creo que el general Sanabria se ve a sí mismo como ese arcángel.

Vicky, devota del Milagroso de Buga, comentó con un gesto de aprobación:

—Ah, bueno… Pues ojalá el general triunfe como San Miguel.

La directora de «Semana» se sentó en su silla de entrevistadora. Un camarógrafo le pidió hablar en voz alta para testear el audio.

—Probando. Uno, dos, tres… Hola, qué tal. Bienvenidos. Esto es «Semana». Uno, dos tres… Probando…

Se acomodó el «lavallière» de la blusa negra, un moño de lazo ancho que le colgaba del cuello al pecho, una prenda que empezaron a usar aristócratas europeos del siglo XVII y que trascendió en el tiempo y en el espacio para el disfrute de primeras ministras, como Margaret Thatcher; actrices de Hollywood, como Emma Stone; y periodistas bugueñas, como Vicky Dávila. Se miró en su espejo de mano, hizo un movimiento con la cabeza para quitarse el pelo de la frente y se retocó con un pintalabios color berenjena.

—Ya viene el general, ¿cierto? —preguntó ella.

—Ya viene —respondió Nicolás.

—¿Usted se queda a ver la entrevista?

—No. Ya me voy. Solo vine a asegurarme de que todo estuviera en orden y de que esté claro el compromiso que tenemos.

—No se preocupe, Nicolás. Lo prometido es deuda. Le voy a preguntar al general todo sobre los exorcismos en la Policía y sobre las historias que él tiene con el diablo. Además, a mí me encanta hablar de eso.

—La idea no es solo preguntarle, sino que ese tema vaya… destacado… usted sabe…

—Tranquilo —dijo Vicky—. El tema del diablo va a ir en la portada, como acordamos.

El asesor de la Candidata levantó su pulgar derecho y se dispuso a abandonar la habitación, pero la periodista reabrió la conversación.

—Yo sé por qué me están dando esta entrevista.

Nicolás, con una mueca, la invitó a seguir hablando. Vicky continuó:

Ayer se cayó la reforma política del Gobierno. Ustedes no quieren que los medios nos quedemos hablando de esa derrota del presidente… Lo que ustedes quieren es tapar el hundimiento de la reforma, abriendo un debate nacional sobre las creencias religiosas del director de la Policía, así les toque descabezarlo después. ¿Por ahí es la cosa o no?

Nicolás se metió las manos en los bolsillos.

—¿Eso cambia en algo nuestro arreglo?

—Para nada —respondió Vicky—. ¿Cómo me voy yo a negar a una entrevista de estas?

***

Miércoles 12 de abril de 2023 

Había sadismo en la visita de la Candidata al saliente director de la Policía, el mismo día en que el presidente hacía oficial su retiro del cargo. El general Henry Sanabria pensó que la habían enviado a ella, en su calidad de alta consejera, como un gesto de gratitud.

—Bienvenida, doctora —dijo el oficial de pie—. Gracias por venir a saludar en nombre del señor presidente.

La mujer se quedó callada. Lo miró con frialdad. Ojeó el lugar, repasando las figuras religiosas hasta detenerse en el San Miguel Arcángel que le había comentado Nicolás. Se acercó a la artesanía y la observó con menosprecio.

—Se desató entonces una guerra en el cielo —empezó a recitar ella con la grandilocuencia de un sacerdote en misa—: Miguel y sus ángeles combatieron al dragón… Así fue expulsada la serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el que engaña al mundo entero… Apocalipsis, capítulo 12.

A la Candidata se le notó el disfrute de su burla. El general Sanabria tuvo la certeza de que estaba frente a una entidad del Maligno.

—¿Quién habla? —preguntó el oficial con vehemencia, dirigiéndose a la presencia demoníaca que veía encarnada en la Candidata—. ¡Manifiéstese!

La mujer le dio la espalda y habló con voz grave antes de abandonar la oficina.

—Usted sabe con quién habla. Si hay alguien que puede reconocer al demonio… es usted.

(Haciendo clic a continuación puede escuchar el relato del mismo general Sanabria, sobre un encuentro que asegura haber tenido, cara a cara, con el «Maligno»).

***

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