Capítulo 10: El delfín incómodo

Segunda temporada

Tomada de El Espectador.

Advertencia: ESTO ES FICCIÓN

Esta es una sátira sobre las relaciones de poder en Colombia, escrita en forma de novela. Y así como algunas películas advierten que su trama está «basada en hechos reales», esta es una novela basada en hechos actuales. En otras palabras: no se confunda. «La candidata presidencial» es una caricatura de la realidad, una parodia, un ejercicio de opinión y de imaginación del autor. Yo lo llamo ficción coyuntural.

Sábado 14 de agosto de 2021

El fantasma de Luis Carlos Galán vive en cada espacio de la casa de su viuda, Gloria Pachón. Su icónico rostro adorna paredes, bibliotecas y mesas; fotos y dibujos que aparecen en cuadros, retratos, revistas y libros; en la sala, en el comedor, en el estudio y en los cuartos. Casi en cualquier dirección a la que se mire es posible leer su apellido de cinco letras, como el eco de una voz que se niega a desaparecer. Allí todas las mañanas resultaban agradables, aunque siempre fueran frías. Pocas cosas incomodaban en aquel condominio de La Calera, de casas grandes, modernas y aisladas, rodeadas de verde, incrustadas en un campo de golf y bombardeadas de 16 lagos artificiales.

Carlos Fernando, el hijo menor de Luis Carlos y Gloria, estaba en la terraza revisando fotos viejas sobre una mesa de madera.

—¿Ese eres tú? —preguntó la Candidata.

 

 
 
 
 
 
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—Sí —respondió él con la nostalgia atravesada—. Cuando salíamos a hacer correrías, yo era el encargado de repartir calcomanías alrededor de la tarima.

Miró el reverso de la foto para confirmar el año en que había sido tomada: «1984».

—Tenía siete años —añadió él—. «Con las botas puestas» desde chiquito.

—«Las botas puestas» —repitió la Candidata—. Eso es muy coherente con lo que ustedes han venido diciendo, que son simples «soldados» del Nuevo Liberalismo, aunque me pregunto… Bufff. No sé ni cómo decir esto…

Se apoyó con sus dos manos sobre la mesa, con las palmas completamente extendidas contra la madera. Suspiró y lo intentó de nuevo:

—Bueno… mejor lo digo ahora, porque luego no soy capaz de decirlo frente a Gloria. Me pregunto si Rodrigo también está dispuesto a ser un simple «soldado». Desde el día cero ha querido colgarse la medalla de PRECANDIDATO del Nuevo Liberalismo. Al partido no lo han terminado de desenterrar y él ya está montando su campaña encima.


Carlos Fernando matizó el tema:

—Nosotros hablamos con él y quedó claro que nos toca a todos ser «soldados».

—Pues ojalá… Este partido debe ser el punto de llegada de una candidatura fuerte y no la tarima de un precandidato oportunista. En estos días que hablé con tu hermano le dije que yo no aspiro a caer de un día para otro en el Nuevo Liberalismo y menos como precandidata. Está bien que Juan Manuel y yo hagamos campaña desde la «coalición de la esperanza» y que Alejandro Gaviria también haga su proceso por fuera.

La Candidata hizo una pausa de aparente introspección y siguió:

—Yo creo que, en el fondo, lo que me molesta es lo que les hizo Rodrigo… Perdona que saque esto a bailar, pero… me parece increíble que los haya acusado de vivir de la fundación, de recibir recursos públicos a dedo. Claro…, Rodrigo borró el tuit, pero el problema no es que lo haya dicho. El problema es que él siga pensando eso de ustedes, porque luego volvió y se reafirmó (ver minuto de 50:50 de esta entrevista).

—No creas que no lo hemos pensado… Lo que pasa es que no es tan fácil separar nuestros caminos. Él también es un huérfano del exterminio del Nuevo Liberalismo.

La Candidata negó con la cabeza:

—Hay una enorme diferencia. Ustedes han estado trabajando por revivir el partido. Lo que ha hecho Rodrigo es sabotearlos. Es que… me da mucha pena tener que recordar esto, pero… Rodrigo dijo que ustedes estaban haciendo «lobby» para que el Estado les regalara un PARTIDO FAMILIAR. Les dijo «Trabajen!», ¿te acuerdas, no?, con signo de exclamación y todo. Y ahora llega como si nada, después de querer boicotearlos.

Carlos Fernando aceptó con algo de molestia tan amargo prontuario:

Yo sé cómo es Rodrigo desde que estábamos en Cambio Radical. Acuérdate que me atacó y fue muy hostil por el lío con unos avales. Para mí, en lo personal, no es fácil, pero lo que hemos hablado aquí, en familia, es que nos toca a todos mirar para adelante. Mi mamá ha sido la que más ha insistido en que Rodrigo no se puede quedar por fuera.

(Dele «play» al siguiente video para escuchar las palabras de Gloria Pachón a Rodrigo Lara).

—Por eso es que yo no me atrevo a comentar esto frente a Gloria —admitió la Candidata—.  Ella es mucho más evolucionada que yo en estas cosas. Pero bueno… digamos que sí, que miramos todos para adelante. ¿Cómo estar seguros de que Rodrigo no es un infiltrado de Vargas Lleras? ¿Cómo saber que no va a sabotearlos? Rodrigo sigue siendo un «Vargas-believer». Se parecen hasta en las formas. Uno le da coscorrones a su escolta y el otro intimida como un boxeador a un pobre vigilante.

—El «Happy» Lara —recordó Carlos Fernando, dejando escapar una sonrisa. 

—Imagínate. A Vargas Lleras ese coscorrón le hizo un daño irreparable a su propia imagen. Lo que me preocupa es que Rodrigo, en otra de sus salidas, le haga un daño irremediable, no a él, sino a ustedes y al Nuevo Liberalismo. Ellos son muy oscuros… ¿Te acuerdas que el CTI tiene algo sobre Rodrigo y Vargas Lleras en una investigación por la muerte de Pedro Juan Moreno? ¿Tú tienes clara esa película?

La Candidata conocía la historia, pero dejó que Carlos Fernando la desempolvara.

—Sí… Más o menos… Lo que entiendo es que Rodrigo y Vargas Lleras se reunieron con el papá del piloto del helicóptero, que también se murió en ese accidente. Pues… «accidente» entre comillas, porque el señor…, o sea… el papá del piloto, dice que Rodrigo le contó que eso no fue ningún accidente, que al helicóptero le hicieron algo para matar a Pedro Juan, porque algo podía contar de Uribe y dañarle la reelección. Se supone que Rodrigo le contó a ese señor quiénes estuvieron detrás de eso.

—Imagínate… Yo no recuerdo que Rodrigo haya tenido que aclarar nada sobre eso. ¿Y el día que le pregunten qué? ¿Va a dar explicaciones con el pendón del Nuevo Liberalismo de fondo? Mira… lo que quiero decir es que Rodrigo y la sombra de Vargas Lleras pueden generar MUCHO ruido en un partido que se precia de ser transparente.

A través del inmenso ventanal que daba a aquella terraza pudieron ver que Juan Manuel y su madre estaban ya atravesando la sala para unirse a ellos. La Candidata levantó la mano para saludar anticipadamente a Gloria Pachón.

—Yo creo que tienes razón —dijo Carlos Fernando.

—¿En qué de todo? —preguntó la Candidata.

—En que es mejor que no le digas nada de esto a mi mamá. Manejémoslo nosotros.

***

Jueves 19 de agosto de 2021

Rodrigo Lara le pegó un mordisco con ganas a la tostada de pan «brioche» con huevos revueltos y crema de leche. La Candidata lo miró con empatía, pensando que no debía ser fácil tener un apellido que siempre brillaba menos al lado de la marca Galán.

Aquí estuvo ayer Gloria, con sus tres hijos en pleno —contó.

—¿Ah, sí? —respondió Rodrigo con aparente desinterés, mientras el pan seguía crujiendo entre sus muelas.

—Les sugerí que te invitaran, pero… sé que la relación contigo sigue muy «tibia».

Lara torció la boca, negó con la cabeza y se limpió las comisuras con una servilleta.

—¿Y qué iba a hacer yo en una reunión familiar de los Galán? Ellos son una cosa y yo soy otra.

La Candidata suponía que Rodrigo no solo era un huérfano de su padre, sino un huérfano político. El pequeño Lara tuvo que buscar fuera de casa una figura que empujara su carrera pública y en ese camino se encontró, para bien y para mal, con el padrinazgo de Germán Vargas Lleras. Los Galán, en cambio, hallaron en su propio hogar, en el liderazgo de Gloria Pachón, el faro y apoyo político que necesitaron.

—Yo no te culpo por todo eso que has dicho de ellos —aseguró la Candidata—. Al contrario: se necesita valentía para hablarles con la verdad a los amigos, por mucho que duela. ¿Los Galán llevan años pidiendo que les autoricen un partido familiar? ¡Pues claro que sí! ¿Las fundaciones deberían dejar de recibir recursos públicos a dedo? ¡Pero por supuesto! No está mal que alguien diga las cosas como son. Y, ahora que vas a ser parte del Nuevo Liberalismo, yo espero que no pierdas esa voz independiente.

—Complicado… Si estamos en el mismo barco, toca remar para el mismo lado.

—Sí, sí. De acuerdo… pero en un partido no todos piensan igual. Por ejemplo, si tú y Juan Manuel son precandidatos a la Presidencia, en algo tendrán que diferenciarse. De hecho, entre ustedes hay una línea muy clara que los separa. Juan Manuel dice que hay que legalizar TODAS las drogas.

—Eso es verdad. Y yo, en una columna de El Tiempo, dije con toda claridad que legalizar la cocaína es aceptar que nos convirtamos en una olla del narcotráfico mundial y que eso no lo vamos a permitir. Lo que no sé es si debo seguir defendiendo con tanta vehemencia esa postura. Ahorita me van a entrevistar de El Espectador y tengo mis dudas sobre si insistir en el tema.

—A eso es lo que me refiero. Ser copartidario de los Galán no significa renunciar a tus convicciones. Qué importa si creen que sigues siendo un vocero de Vargas Lleras.

—¿Ah, sí? ¿Dijeron eso o qué?

La Candidata lo miró con seriedad:

—Que digan lo que les dé la gana, Rodrigo. El Nuevo Liberalismo es tan tuyo como de ellos. Si tú quieres ser precandidato del partido que fundó tu papá, no tienes que pedirle permiso a absolutamente nadie.

***

Viernes 20 de agosto de 2021

La Candidata iba en el asiento de atrás, a la derecha, con la cabeza recostada y los ojos cerrados. Cansada, pero no dormida. Las luces de los postes y de los carros proyectaban sombras nocturnas que iban y venían sobre su cara. Lorena la acompañaba, a la izquierda. Nicolás, en el puesto del copiloto. Escuchaban una entrevista con el politólogo argentino Mario Riorda, experto en campañas electorales:

«Si todos los y las candidatas funcionan con la misma lógica ¿quiénes son los o las que más se visibilizan?», planteaba Riorda. «Aquellos o aquellas que tienen más posturas radicales. Mi tribu me festeja: “Qué bárbaro, qué valiente, qué héroe, qué heroína”. Pero, literalmente, lo que estoy rompiendo son puentes, núcleos de consenso».

—¿Oyeron? —preguntó la Candidata—. «Romper puentes». De eso se trata.

Lorena Agudelo, que ya venía pensativa, manifestó un sinsabor reciente:

—He estado leyendo sobre Luis Carlos Galán, viendo sus discursos, el contexto en que lo mataron… a él y a Rodrigo Lara… Hasta ahora estoy informándome bien del tema. Yo nací el año que mataron a Galán… El caso es que le queda a uno la sensación que las cosas sí pudieron ser diferentes con ellos, ¿no?

Nicolás bufó levemente, como burlándose. La Candidata, en cambio, se lo tomó en serio. Entendió que Lorena estaba teniendo un momento de duda, una reflexión sobre si podrían estar saboteando un proyecto político que sí valía la pena.

—Hace unos años… —dijo la Candidata—, Antonio Caballero escribió una columna que se titulaba algo así como… «Qué habría pasado si no hubieran matado a Luis Carlos Galán». ¿Sabes cuál fue su conclusión?

Lorena imaginó que debía tratarse de una respuesta compleja y elaborada, por lo que no se atrevió a adivinar. La Candidata respondió a su propia pregunta:

—NADA. Si no hubieran matado a Galán no habría pasado absolutamente NADA… porque Luis Carlos Galán era un político como cualquier otro. Era popular, claro, pero Caballero decía que Galán era un continuista más. Estaba otra vez en el oficialismo del Partido Liberal. Escogió como jefe de debate a César Gaviria, que en ese momento era otro politiquero y ha sido un politiquero todo el resto de su vida. El mismo Galán fue protegido de expresidentes, de Eduardo Santos… de Carlos Lleras. Fue ministro de Misael Pastrana, EMBAJADOR en Italia, representante ante la ONU de López Michelsen. Es decir… Lorena… Está bien que te informes, pero no te quedes con la historia romántica que se han encargado de adornar en todos estos años.

Se quedaron en silencio, hasta que Lorena aceptó el regaño.

—Pues… entonces sí es tremendo el cuento de hadas que han escrito sobre ellos. Galán parecía diferente. Rodrigo Lara parecía diferente.

—Jah… —bufó en esta ocasión la Candidata—. Eran hombres comunes y corrientes, Lorena… Eran tan comunes y tan corrientes que ambos tuvieron hijos sin reconocer. Supongo que eso no lo leíste. Luis Carlos Galán, tan correcto, tan vertical, tan valiente… y nunca fue capaz de reconocer a su primer hijo. Y bueno…, al menos Galán veía a ese niño… Lara ni siquiera hablaba con el suyo.

La Candidata insistió, con una carga emocional propia de quien se toma un tema personal. 

—¿Puedes imaginar a un niño que ve a su papá por televisión, que lo ve como un héroe, que TODO EL MUNDO lo ve como un héroe que saluda a cuanto fulano se le atraviesa, que da discursos y se reúne hasta con el perro y el gato, pero a ti, que eres su hijo… ni una llamada?… Ahora imagínate que ese mismo papá tiene otros hijos a los que sí trata como tales. Aparece en cámara cargándolos, abrazándolos, besándolos… ¿Sabes qué es lo peor de todo, Lorena?… Que ese niño no piensa mal de su papá, sino que piensa mal de sí mismo. Ese niño cree que hizo algo malo. Ese niño piensa que no es lo suficientemente bueno para merecer el amor de su padre. Es una canallada porque…

La Candidata se detuvo justo ahí. No volvió a hablar en todo el trayecto. En efecto, se trataba de un tema personal. Que un político famoso no reconociera a su hijo y que luego andara posando de hombre de familia con sus otros hijos era, en el caso de la Candidata, un asunto profundamente personal.

***

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