Capítulo 22: Semana de bendiciones

Segunda temporada

Advertencia: ESTO ES FICCIÓN

Esta es una sátira sobre las relaciones de poder en Colombia, escrita en forma de novela. Y así como algunas películas advierten que su trama está «basada en hechos reales», esta es una novela basada en hechos actuales. En otras palabras: no se confunda. «La candidata presidencial» es una caricatura de la realidad, una parodia, un ejercicio de opinión y de imaginación del autor. Yo lo llamo ficción coyuntural.

Domingo 13 de marzo de 2022

«¡Presideeente!… ¡Presideeente!… ¡Presideeente!», gritaban las personas en el pequeño teatro reservado para Sergio Fajardo, en Bogotá. Había una excitación generalizada, aunque los precandidatos llevaban puestas unas caras largas que no lograban disimular. Sus sonrisas forzadas eran fáciles de identificar, porque las arrugas de los ojos se les quedaban sin marcar. 

Fajardo, el ganador de la consulta, era quien más debía esforzarse para lucir contento. En el fondo sabía que su poca votación era un enorme fracaso. Juan Manuel Galán tenía una mejor excusa para verse apesadumbrado: su partido había sido incapaz de elegir un solo congresista en la lista que llevaba la figura de su padre. Carlos Amaya, en cambio, cargaba un gesto de resentimiento, porque su buena votación le indicaba que habría ganado si la Alianza Verde hubiera respaldado su candidatura. Alejandro Gaviria era el que más desentonaba. Se veía como ese familiar conflictivo que aparece en la cena de Navidad con el rabo entre las piernas.

—Con el pecado y sin el género —dijo Alejandro sobre sí mismo, al oído de la Candidata, en medio de la bulla de los «fajardistas», evocando la conversación que había tenido con ella tres semanas atrás.

La Candidata le respondió con una sonrisita despectiva. Estaba decepcionada por haber apostado al caballo equivocado en la «coalición centro esperanza». Que la candidatura de Sergio Fajardo siguiera viva era un riesgo para sus planes.

***

Lunes 14 de marzo de 2022

Lorena Agudelo y Nicolás Ulloa escuchaban la entrevista de Sergio Fajardo en Caracol Radio. Habían madrugado para revisar con la Candidata, en su apartamento, los escenarios que tenían al frente tras la votación del domingo.

—Apáguenlo, por favor —rogó la jefa—. No me lo soporto. Cada vez que Sergio habla es una oportunidad que utiliza, magistralmente, para no decir absolutamente nada.

Llevaba el pelo mojado y una taza de café que agarró con las dos manos para darse a sí misma un poco de calor.

—Empecemos con el tonto-hermoso ese.

—Fajardo arranca débil —respondió Nicolás—, no solo por el fiasco de ayer, sino porque Íngrid le quita votos del centro en la primera vuelta.

—Bueno, entonces hay que mantenerlos divididos y hay que arrancar de una vez. 

La jefa tomó su celular y envió un mensaje de WhatsApp a Íngrid Betancourt: «Te cuento… Sergio no va al debate de hoy. Ahí puedes poner unas primeras banderillas. La figura de centro tienes que ser tú.

(Escuche a continuación el reproche de Íngrid Betancourt a Sergio Fajardo).

—¿Qué hay de Fico? —cuestionó la Candidata.

—No lo vimos venir —reconoció Lorena—. Claramente, el uribismo salió a votar por él. En vista de eso, me sorprendería que al final de esta semana el Centro Democrático todavía tenga candidato propio.

Su jefa lo dio por descontado:

Óscar Iván debe tener lista la declaración de renuncia a su candidatura. O la escribe o se la escriben. No son bobos. Ellos sí van a hacer lo posible para llegar a primera vuelta con el voto de derecha unido. Eso me preocupa, que Fico no tenga competencia. Es el que más le podía dar guerra a Petro dentro de los precandidatos del Equipo por Colombia, ¿no? ¿Cómo es que es la gráfica?

Lorena la tenía lista en una pestaña de su computador portátil.

—En teoría, mientras más de derecha sea el rival de segunda vuelta, más probabilidades tiene Petro de ganar —recordó la secretaria privada.

—¿Ven? —dijo la Candidata, señalando la gráfica—. Están vivos Sergio, Rodolfo y Fico, justo los que son menos de derecha, los que le quitarían más votos a Petro.

Se puso de pie. Dio algunos pasos con sus brazos en jarras.

¿Qué hay del video? —preguntó.

—Nada. No he logrado conseguirlo —respondió Nicolás.

—No digo que lo vayamos a hacer público —aclaró la jefa—, pero es bueno tener la posibilidad de usarlo…, si hace falta.

—De todas maneras, las probabilidades siguen estando muy a favor de Petro —advirtió el asesor—. Solo necesita el empujón de la maquinaria del Partido Liberal.

—O, de pronto, no hace falta un empujón, sino un empujoncito —sugirió Lorena—, el de la maquinaria de Germán Vargas, si la esposa se vuelve fórmula a la Vicepresidencia de Petro.

La Candidata buscó a Vargas Lleras en los contactos de su celular y se quedó inmóvil. Lo detestaba. Llevaban ocho años sin hablarse, desde cuando trabajaron juntos para reelegir a Juan Manuel Santos. Se decidió al fin y le envió un mensaje de una palabra, sin saludar, sin preámbulo, sin ningún tipo de cortesía: «Hablemos».

Lorena compartió su tren de pensamiento:

—Me cuesta creer que Vargas Lleras o César Gaviria se vayan con Fico. Allá les toca repartirse la torta con el Partido de la U, con los conservadores, con el uribismo… En cambio, con Petro la torta es entre menos gente. Los pedazos son más grandes.

La Candidata hizo una mueca. Había algo que no le cuadraba.

—Ayer estaba pensando que… queremos que Petro gane, para que patee al establecimiento…, pero así como están las cosas, va a gobernar como otro más del establecimiento… Yo ya no sé si él es el mejor «anti-establishment» para quedarse con la Presidencia…

Nicolás adivinó hacia dónde iba el razonamiento de la Candidata:

—Estás pensando en Rodolfo Hernández.

—No lo tengo tan claro… Tal vez… —dudó la jefa—. En cualquier caso, la idea es que ambos lleguen a segunda vuelta… Hasta ahora, Petro ha sido nuestro «plan A», pero… podría ser nuestro «plan B»…

***

Martes 15 de marzo de 2022

La Fontana de Trevi, en Roma, no se puede ver de lejos. Está rodeada de edificios de cinco pisos que parecen esconderla. Lo que sí se puede es escuchar el ruido de sus aguas a cierta distancia. Los turistas saben que están cerca porque, en la medida que avanzan hacia ella, el flujo de la fuente se oye con más fuerza.

 

 
 
 
 
 
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Una publicación compartida por Kirsty McKeeman (@kirstiesx)

El ingeniero Rodolfo Hernández, acompañado de su esposa y de su hijo Rodolfo José, no se puso a detallar la iconografía de la obra. No se fijó en la escultura del titán Oceanus sobre un carro con forma de concha. Tampoco se percató de los caballos alados ni de los tritones que parecen abrirse paso con el sonido de una caracola. Hicieron, en cambio, lo que acostumbra cualquier mortal ante una obra de arte llena de historia: tomarse fotos.

Les habían contado que quien lanza una moneda a la fuente, de espaldas a ella, vuelve a Roma, un agüero que permite recoger 1,5 millones de euros al año, en monedas, para las obras benéficas de la organización Cáritas. Rodolfo procedió a honrar la superstición. Tiró su moneda de un euro deseando regresar a aquella ciudad, pero como presidente de Colombia y no solo como exalcalde de Bucaramanga.

Su teléfono sonó.

—Aló… —saludó.

—Rodolfo querido… Tú portándote como un santo, en la tierra del «dolce far niente», mientras los políticos acá no duermen pensando en sus alianzas —dijo la Candidata. 

—Sí, señora. Recibí su mensaje y le voy a hacer caso. Me voy a quedar acá hasta el final de la semana. Que todos esos sinvergüenzas pelen el cobre allá pidiéndoles la bendición a César Gaviria y a Vargas Lleras. A mí el que me va a bendecir es el papa.

—Haces bien, Rodolfo. Lo que está pasando en estos días es clave. Todos los acuerdos que andan haciendo por acá es justo lo que vas a poder reprocharles, a los demás candidatos, el resto de la campaña. Al final, vas a ser el único con la autoridad moral para decir que no le tiene empeñada la Presidencia a nadie.

***

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