Capítulo 23: Hola, racismo

Segunda temporada

Advertencia: ESTO ES FICCIÓN

Esta es una sátira sobre las relaciones de poder en Colombia, escrita en forma de novela. Y así como algunas películas advierten que su trama está «basada en hechos reales», esta es una novela basada en hechos actuales. En otras palabras: no se confunda. «La candidata presidencial» es una caricatura de la realidad, una parodia, un ejercicio de opinión y de imaginación del autor. Yo lo llamo ficción coyuntural.

Martes 15 de marzo de 2022

El horno microondas emitió tres pitidos y se detuvo. La Candidata, que había puesto allí una taza de agua, siguió leyendo en su celular. Estaba poniéndose al día sobre Francia Márquez, sobre su infancia al lado del río Ovejas, en el Cauca, sobre los peces que recogía su abuelo para el sancocho y que se comían ahí mismo, a la orilla. Supo que le gustaba bailar y cantar, aunque la política ahora le impidiera hacerlo con frecuencia.

La Candidata también se enteró, por primera vez, de aquella tutela que presentó Francia, en mayo de 2010, para detener la explotación industrial de oro en su comunidad. Los peces que antes servían para el sancocho empezaron a morir envenenados por mercurio y cianuro. Fue esa tutela la que lo cambió todo para ella, aunque primero le fuera negada por el Tribunal Superior de Popayán y después por la Corte Suprema de Justicia. Lo cambió todo porque, en diciembre del mismo 2010, la Corte Constitucional le dio la razón. Y entonces, como si fuera una revelación de sus venerados ancestros, Francia Elena Márquez Mina sembró en lo más profundo de su esencia una idea testaruda y peligrosa: luchar vale la pena.

Por eso estudió derecho, aunque los profesores la sacaran del salón cuando no estaba al día con el pago y aunque le tomara casi una década graduarse. Por eso caminó más de 600 kilómetros durante 10 días, desde su corregimiento hasta Bogotá, con un grupo de mujeres que fue creciendo en el recorrido, hasta tomarse una sede del Ministerio del Interior. Allí, frente a un grupo de funcionarios de sastre y de corbata, Francia habló con el corazón dolido y con el estómago revuelto sobre uno de los peores insultos que había recibido su comunidad: «Perturbadores de mala fe». El Gobierno, finalmente, atendió su principal súplica y ordenó a los militares destruir la maquinaria de minería ilegal que seguía matando el río Ovejas.

Por los mismos días Francia viajó a Cuba, con el quinto grupo de víctimas que hacía presencia en la mesa de negociaciones de La Habana. Menos de un mes después, ordenaron matarla. Fue en la primera semana de enero de 2015, con la celebración aún fresca del Año Nuevo. 

El microondas emitió un pitido corto, recordando que allí había algo. La Candidata agarró la taza de agua y remojó en ella una bolsa de té. Caminó descalza hasta el estudio. Se sentó frente al computador de escritorio y se sacó la blusa de la falda. Revisó unos enlaces de videos que le había organizado Nicolás. Le dio «play» a la entrevista en la que Francia relata cómo fue esa madrugada en la que escapó de los sicarios y se le va la voz cuando revive su sentimiento de culpa por el peligro al que quedaron expuestos sus hijos. La Candidata sintió algo extraño mientras escuchaba. Era empatía, pero no supo reconocerla como tal.

Luego vio la entrevista en la que Francia cuenta que ganaba 300 mil pesos al mes como trabajadora doméstica. Un fin de semana, cuando pidió el pago de su salario para visitar de urgencia a su hijo enfermo, le dijeron que tendría que esperar ocho días porque no había plata. Ese mismo fin de semana, sin embargo, le dieron 300 mil pesos a una de las hijas de aquel hogar para pagar la boleta de un concierto de Ricardo Arjona.

El algoritmo de YouTube llevó a la Candidata a naufragar de video en video. Llegó a uno en donde se habla de las vejaciones que sufren las empleadas de servicio: «Y nos humillan al revisarnos los bolsos cuando salimos de la casa», decía una mujer.

La Candidata quiso darle un sorbo a su té, pero ya se lo había acabado. Regresó a la cocina para dejar el pocillo en el lavaplatos. No salió de inmediato. Se quedó viendo el citófono. Al fin se animó a usarlo.

—Portería. Buenas noches —saludó el vigilante.

—Hola. ¿Con quién hablo?

—Con Mario, doctora.

La Candidata no supo identificarlo. Conocía la cara de todos los porteros, pero no sus nombres.

—Mario… Una pregunta… ¿Ustedes le revisan el bolso a las empleadas cuando salen de los apartamentos?

—Sí, claro, doctora.

La mujer se quedó pensando.

—¿Aló? —preguntó Mario.

—Sí… Hágame un favor. No le sigan revisando el bolso a Olga cuando salga de acá.

—¿Cómo, doctora? —dudó el vigilante.

—Que Olga es de mi entera confianza. No tienen que revisarle nada cuando salga de mi casa.

—Ah, listo, doctora. Claro que sí. Yo dejo aquí la anotación.

La Candidata salió contenta de la cocina. Sintió el placer de quien de vez en cuando se comporta como una buena persona. Buscó su celular en el estudio. Le marcó a Nicolás y puso el teléfono en altavoz mientras sonaban los tonos de la llamada y caminaba hasta el cuarto. Entró al «walk-in closet» de tres paredes, dejó el móvil sobre un estante y empezó a quitarse los aretes.

—Hola —saludó Nicolás al otro lado de la línea.

—Bueno… Te cuento que no me disgusta, para nada, que Francia sea la vicepresidenta. Si queremos alejar a Gustavo del establecimiento, ella es perfecta para patear a ese establecimiento.

—Y no solo eso… Con Francia en los reflectores… podemos desbloquear un nuevo nivel de polarización. Su figura, su discurso…, ella abre una conversación cargada de pólvora. Si hoy se acusan de fachos y de mamertos…, imagínese lo que se van a empezar a decir ahora: unos van a ser racistas y clasistas; los otros van a ser una partida de resentidos, de flojos que lo quieren todo regalado. María Fernanda Cabal ya les dijo «vagos» a los estudiantes de las universidades públicas. La vicepresidenta habló de «atenidos» en plena pandemia. Y eso, sin Francia Márquez en el centro del debate. Lo único que me da prevención es que se salga de control. Esto es como una caja de Pandora.

—¿Una «caja de Pandora»? —saboreó la Candidata—. Bueno… Hubieras empezado por ahí. De eso se trata, ¿no? De que se salga de control.

Colgaron. La Candidata, que había terminado de quitarse sus pendientes, su collar, sus anillos y brazaletes, se quedó viendo el nutrido joyero. Revisó por encima que estuviera todo en orden y completo. Hizo una mueca, como de quien se arrepiente por algo que hizo. Buscó el citófono que estaba en su cuarto y llamó de nuevo.

—Hola, Mario. Un favor… olvídese de lo que le dije. ¿Entendido?

***

Jueves 17 de marzo de 2022

En un café de Chapinero, en Bogotá, Nicolás terminó de leer el extenso y documentado correo que había preparado Lorena Agudelo, la secretaria privada de la Candidata. Le causó gracia el usuario que ella creó para mandar el anónimo.

—¿chivaexclusiva@hotmail.com? —cuestionó él.

—¡Ja, ja, ja! ¿Muy mal crear una cuenta en Hotmail?

—No —aclaró Nicolás—. Muy mal crear una cuenta que se llame «chivaexclusiva». ¿Cuántos años tienes? ¿96?

—Ay, ya. Lo que importa es el contenido —matizó Lorena.

—El contenido está perfecto. Interpretaste muy bien lo que nos contó la jefa. Lo que le falta es un buen asunto, muy sencillito, apenas para que den ganas de abrirlo. 

—Yo había pensado en… «El secreto mejor guardado de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez».

Nicolás miró a Lorena con cara de querer burlarse otra vez.

—Dije «sencillito».

—Pues entonces proponga uno usted, don Daniel Coronell.

Nicolás tecleó sin afán: «Info. sobre VP Marta Lucía Ramírez». Lorena reconoció a regañadientes que estaba conforme, memorando «El Chavo del 8»:

—Pues no es que uno diga qué bruto, qué asunto tan espectacular…, pero sí, aguanta.

—¿Recontraconfirmado el correo del periodista? —dudó Nicolás.

—Sí… juanpablo@voragine.co.

Nicolás lo verificó, letra por letra, y envió el correo.

—Increíble que Marta Lucía le haya hablado de esto a la jefa. ¿Cuándo fue eso? —preguntó Lorena.

—Eso fue… hace menos de un año, en la casa privada de la Vicepresidencia

—Una playa pública… —murmuró ella con indignación—. Es que son muy caraduras… Nos la ponen muy fácil para hacerle campaña a Francia Márquez, si a la que hay que suceder en el cargo es a Marta Lucía y al atenido de su marido.

***

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